miércoles, 15 de octubre de 2008

lupita por lorca

Blanca luna
burbuja de sol
manca amante
te mira alegre.

En noches así
te recuerdo y
te veo, mujer
al otro lado
del ojo celeste
de la noche

jueves, 9 de octubre de 2008

lupita cree que las palabras son imborrables

El guardián de versos despierta cuando cae el sol. Pasa los anocheceres hurgando en todas las basuras del mundo, pero sólo le interesan las palabras. Las encuentra en periódicos, en libros desechados, en cartas, en manuscritos, incluso en facturas. Utiliza cada frase de amor, cada separación, cada nombre o cada demanda, como si se tratase de su propia historia. Cree que las palabras deben mezclarse como retazos de versos para renacer en la imaginación de los hombres. Es un poeta y un soñador; es un creador de sueños.

Vuelve con su botín cuidadosamente guardado en los bolsillos, en las manos; lo esparce en su mesa y lo selecciona. Escribe las palabras elegidas en una pizarra; palabras cotidianas convertidas en poesía: gafas, botella, araña, cepillo de dientes, cocodrilo... Sólo permanecerán escritas el resto de la noche, al amanecer las borra. Palabras con colores, a veces en rojo, a veces en azul o en verde, a veces en verde y azul. Palabras sugerentes, dulces, bulliciosas, traviesas, atrevidas, que te transportan al espacio, a visitar las estrellas y la luna, a veces incluso hasta el sol. Palabras sonoras como trompeta o rimbombante, de las que te hacen canturrear. Inquietantes como fantástico, grietas o muerte inevitable y sientes el miedo de encontrarte casi exhausto en una tormenta de arena o en una galerna en alta mar. Palabras que enamoran y que te hacen valiente o melancólico. Al amanecer, borra las palabras que ha escrito con letras confusas y en renglones torcidos; palabras concretas o con mil significados; palabras claras, brillantes y escogidas, directas a provocar sueños en el patio de recreo que es la imaginación. Borra palabras y regala su pasión por ellas, la suya de siempre y la que inventa cada día; cree que la pasión regalada no se pierde, se multiplica.

Algunos soñadores, al despertar, recuerdan sus sueños y piensan historias llenas de palabras imborrables. Así surgen los titiriteros, los trovadores, los cantores, los cuentistas. Los que eligen las palabras más hermosas acaban convirtiéndose en poetas.