martes, 17 de marzo de 2009

lupita costurera

Retales hilvanados
hilos finos
a fuerza de tela sobre tela.

Puntadas quebradizas
alfileres sin cabeza
lían senderos enroscados.

Puntiagudas púas perforan
agujas oxidadas
un alma gastada manchando las sábanas de papel.

Cuando duerma una noche entera y un día entero seguiré cosiendo con astillas afiladas
aunque no sujeten nada
porque esta es mi naturaleza.

viernes, 6 de marzo de 2009

lupita recupera su brújula dorada

Se levantó a duras penas del taburete. Las rodillas hacían un esfuerzo hercúleo por izar un cuerpo inundado de absenta y melancolía. Lento, rápido, rápido, lento... pasos descoordinados guiados por un corazón maltrecho. Por fin irguió la cabeza, tomó aire y se ajustó el pantalón dos tallas mayor gracias a la dieta del desamor. No obstante, su mirada, antes que posarse en el suelo, estaba dispuesta a seguir el rastro de la primera luz que secara su conjuntivitis sentimental. Se frotó las corneas con determinación, recogió sus variados registros y los trocitos de sueños que estaban tirados por doquier. Se estiró felinamente para que cada hueso y cada segmento del alma se recolocaran en armonía y le dotasen de la estabilidad mínima que precisa todo cuerpo que su espíritu va a acariciar. Apagó con las yemas húmedas de sus dedos el candil de la última puerta, recogió la botella vacía de absenta, aún humeante del trajín que había sufrido; buscó a tientas el tapón y cuando todos los ingredientes se reunieron en su mano, sólo quedaba lanzarse al mar colorista y agitado, al profundo abismo de las aguas procelosas y el destino alado. Anidado entre las rocas quedó su mensaje de comprensión, lucidez y consuelo. Se quitó los ropajes del miedo al abandono, del orgullo impúdico y de la inseguridad malsana; observó con serenidad el horizonte perdido, y con un giro de 180º enfiló la bitácora de su nuevo destino.