miércoles, 23 de abril de 2008

lupita y Ernesto su pintor (hay tercera parte...)

Ernesto pinta en su garaje desde hace tres años, desde que se traslado a Madrid de su Soria natal. Es asesor de una entidad financiera. Cuando llegó alquiló provisionalmente un apartamento céntrico, pequeño, aunque tan cercano a su oficina que acudía cada mañana andando, un placer que sigue disfrutando aún, y que ha hecho que su vivienda provisional haya pasado a ser permanente. A sus 32 años se considera a si mismo un afortunado y trasmite esa serenidad que sólo algunos son capaces de sentir y de vivir. A Ernesto le gusta contemplar, algo tan sencillo como mirar tranquila y pausadamente una cosa o una situación hasta llegar a apropiarse de ella. Algo tan sencillo y sin embargo tan raro. Es atrevido porque llega incluso a transformar la realidad que se percibe a simple vista en una realidad personalísima que devuelve siempre en forma de cuadro. Ernesto es pintor en sus ratos libres y su cabeza se organiza con imágenes.
Ernesto no tiene coche. Conducir en Madrid le resulta caótico y sus visitas cada vez más esporádicas a su Soria natal prefiere realizarlas en tren; le permite recrearse durante el viaje en los paisajes conocidos pero siempre cambiantes al mismo tiempo. Además el gesto de levantar el brazo para parar un taxi un día de lluvia abrigado con su gabardina color marfil le transporta a viejas películas clásicas que siempre le hacen sonreír, puede llegar a reír abiertamente incluso cuando el taxi pasa de largo y a echar una carcajada cuando le para. Ernesto no tiene coche pero tiene garaje. En el edificio donde vive también alquilan parcelas espaciosas. Sus necesidades de garaje son diferentes a los habituales, no tiene problemas con las columnas ni con el número de maniobras y cuando descubrió una parcela con ventana, con la suficiente luz natural como para no necesitar luz eléctrica se interesó de manera inmediata; a través de la ventana se ve un limonero en flor plantado en el patio interior cuyo techo es el cielo y supo con certeza que ése iba a ser su sitio para pintar, su estudio privado y a la vez abierto. Pintar es su pasión pero pintar en casa es incómodo sobre todo por el espacio reducido y también porque le gusta tener un sitio para cada cosa, le gusta salir de casa y dirigirse a pintar, le predispone bien. Bajar al garaje es perfecto. En un armario guarda sus bártulos, lienzos, pinturas, barnices y caballetes, tiene una mesa de madera plegable que le permite organizar cada cosa. Resueltamente disfruta de esos momentos de abstracción.. Sobre todo los sábados a la mañana va a su garaje, enciende una vela y se prepara, todo un ritual, y empieza a pintar mirando hacía la ventana, buscando la luz, dando la espalda al resto de las idas y venidas de coches y vecinos.

8 comentarios:

Edurne dijo...

Igual me encuentro con Herman y con Ernesto por Madrid...!
Aunque seguro que no me harían ni pizca de caso, que ellos estarán inmersos en su arte y su parte... jejejje!
Muxutxus!

sinver dijo...

Pues ya veo que no, que ni moto ni coche. El tio va en tren. Don Hermann Ernesto del amor hermoso, pintando con su clarinete... ¿o era el que sacaba melodiosas notas con su pincel afinado? Muy interesante,... intuyo que Miguel, o Roberto, o quizás Federico se dedique al noble arte de la escritura... o quizás sea un voluntarioso escultor de cortometrajes en superocho... no se no se...

Anónimo dijo...

Hola, doña Lupita. Sólo asomo de incognito por aqui para anunciar nuevo fasciculo de mis aventuras. Un saludo,

silvia dijo...

oye, a los amigos de lupita les cunden mucho los garajes, por lo que veo...
estaba yo pensando que esas rayitas que tengo en el aparcamiento igual las podría yo reconvertir en algo tan creativo como tus Hermans y Ernestos...
a ver esa tercera parte que nos depara...

Maricruz dijo...

Mmmm tengo que buscar yo ese garaje, que creo que está cerca de mi casa.
Besitos

Edurne dijo...

Nada... que por aquí no se mueve ná de ná...!
Es más, éste, es el primer comentario después de un mes!
Aysssssss!

Anónimo dijo...

Bueno, no sé por dónde me ando, aunque más bien sea tarde. Eso que describes no es un garaje, es un refugio ¿Para qué quieres meter un coche en un refugio?

Un saludo Agostero.

Anónimo dijo...

Por que no:)