viernes, 6 de noviembre de 2009

lupita se queda en el umbral

Atravesar la puerta de ventana, antigua y muy robusta, de madera oscura, envejecida, una puerta opaca, deslucida en la que destacan brillos verdes y granates como si se tratasen de reflejos de piedras preciosas que guardasen la memoria de épocas de mayor lustre.

Atravesar la puerta de tablones torcidos, rotos, desgastados, irregulares que descubren con descaro justo aquello que la puerta guarda celosamente. Tablones en línea insertados en un suelo terroso, manteniendo un frágil equilibrio entre el madero horizontal que hace de cornisa-viga y la caída al vacío infinito que hace de cuna.

Atravesar la puerta alojada en una pared inútilmente embellecida con varias capas superpuestas de cal. El blanco se quebranta en el color original de la arcilla, se pierde entre naranja y ocre y se convierte en un blanco nuboso, sucio y amarillento.

Atravesar la puerta de una casa de pueblo enclavado en un valle al que se accede tras un tortuoso camino comarcal. El núcleo está formado por unas ocho casas más la iglesia, algunas de ellas conservan su nombre propio aunque no han conseguido mantener a sus ocupantes y están deshabitadas; una de ellas es la Casa Tapia franqueada por una vieja puerta de ventana. La panadería y la herrería cerraron hace años, el mesón de la plaza empedrada aún conserva sus letreros y es el punto de encuentro de los escasos habitantes de la aldea.

El turista fortuito se detiene en el umbral de esa puerta que se le antoja exótica. En el banco de la plaza un lugareño observa la escena sin entender la rara atracción que la descolorida cochera ejerce sobre la cámara fotográfica. Después de inmortalizar la puerta de una casa de pueblo alojada en una pared descascarillada el veraneante se gira y fija su mirada en el anciano que también le resulta… original.

5 comentarios:

Edurne dijo...

Inspirado en la puerta de Aitor, no?

Bueno, las puertas tienen un atractivo especial, muuuuy especial!

Muxus, gemelilla!

Helenopez dijo...

Parece que dos extraños se encuentran, el lugareño que es de un pueblo donde el que viene de fuera parece más extraño aún, esto me suena, Lupita.
Las puertas esconden el collar que busca la curiosidad infatigablemente. ¡Qué bueno, ché!

Saluditos, Lupita.

lupitasevadeviaje dijo...

sí edurne, la puerta es la de aitor, que me está llevando de cabeza, incluso la muy vándala, por un momento casi se convierte ella sola en ventana.

heleno, te suena el turista accidental?? así imagino la mirada de tu amigo dani sobre los pueblos que visita ¿te suena porqué tú tb. viajas así o porque eres tú el del banco que mira al forastero?

sinver dijo...

Veo que este post es de noviembre,... en fin, más vale tarde que nunca. A mi lo que me pasa últimamente es que me gustaría ser el lugareño que observa al panfilo del turista, pero bueno, quizás si lo fuera quisiera ser el turista,... no se. Querer lo que no se tiene. Yo ahora mismo querría un año sabático sentado en un banco de un pueblo; aunque conociéndome al segundo día de estar sentado estaría aburridísimo... estress para que te quiero...

l.blondieOtrosMundosblue dijo...

un año para estar sentado en un banco pues no, pero ¿un año para dar una vuelta por ahi, por esos mundos que nos están esperando...? ké? a ké a si sí????